Max Beckmann, Die Nacht, 1918-1919



Max Beckmann es uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán. Pero aquí, no me interesa destacar su biografía como pintor. Sino que a propósito de la lectura del libro A sangre y fuego de Enzo Traverso me inquieta la idea sobre la cual su obra refleja el cambio de interpretación sobre la muerte en la pintura. Con el progresivo desarrollo de la guerra tecnológica a principios del siglo XX y sobre todo con el estallido de la Gran Guerra, la muerte deja de ser natural y pasa a ser producto del miedo a la violencia moderna.

Cuando estalló la guerra en el verano de 1914, cuatro vanguardias animaban el panorama artístico europeo: el cubismo en Francia, el vorticismo en Gran Bretaña, el futurismo en Italia y el expresionismo en Alemania. La guerra no hizo más que profundizar la ruptura de las relaciones entre los artistas e intelectuales de los países combatientes. A la vuelta a casa, los horrores de la guerra se hicieron irrepresentables, lo que unido a la censura impuesta por los Estados, hizo que fueran pocos los cuadros donde figuraban escenas de guerra. Los pintores que habían acudido al frente preferían recurrir a imágenes abstractas para plasmar la esencia de la guerra. Por lo que se entiende mejor el éxito de vanguardias como el cubismo o el expresionismo. El caso de Max Beckmann es un buen ejemplo. En 1914 se ofreció como médico en el frente belga y un año después regresa a la vida civil en estado de «shock». De tal modo que su obra cambió radicalmente, de su etapa inicial influida por el impresionismo, evolucionó a un expresionismo de temática grotesca.

Así, en su cuadro La noche* (pintado entre 1918-1919) se refleja la violencia que existió en las sociedades de posguerra, en este caso en la República de Weimar que nada más acabar la guerra vivió el levantamiento espartaquista y la sangrienta actuación de lo Freikorps. La pintura muestra una escena terrible. Tres criminales intentan estrangular a un hombre, a su lado su mujer atada y medio desnuda. Detrás, dos mujeres contemplan el cruel acto. El miedo y el horror que transmite este cuadro lo podemos encontrar en mayor medida en algunas pinturas de Otto Dix o George Grosz, y son uno de los componentes principales del Guernica, una de las obras más importantes de Pablo Picasso.

*El cuadro original se encuentra en el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Dusseldorf.

BIBLIOGRAFÍA

Enzo Traverso, A sangre y fuego. De la guerra civil europea, Publicacions de la Universitat de València, Valencia, 2009.

Philippe Dagen, Le silence des peintres. Les artistes face à la Grande Guerre. Fayard, Paris, 1996.

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