Fredric Jameson, El giro cultural. Escritos seleccionados sobre el posmodernismo, 1983-1998, 2000 (Parte2)

Así, esa nueva fase crítica en su pensamiento la podemos encontrar en uno de sus artículos publicados en 1994, en relación con los polémicos debates en torno al «fin del arte» y el «final de la historia» –rememorando a la filosofía hegeliana–. Respecto a lo primero, el autor nos introduce en la relación que existe entre las cuestiones políticas y el mundo de la cultura, con un debate que surgió a finales de la década de los setenta en torno a la Guerra de Vietnam y la complicidad con dicha guerra de instituciones, cánones culturales o museos –como los representantes de la alta cultura– por su defensa de los valores occidentales (pp. 99-100). Un ataque general al arte, que evidentemente no supuso su desaparición ni mucho menos su sustitución por otras disciplinas, ya que es un debate solo entendido por el autor dentro de la tensión política internacional que generó la guerra de Vietnam y la campañas en contra de dicha guerra. Por lo tanto, poco tiene que ver con lo que diez años después se denominó como «fin de la historia» (3). Básicamente, visto veinticinco años después, nos parece una readaptación de la filosofía de Hegel al interés de las «victoriosas» democracias liberales ante la caída del comunismo. El «final de la historia» supondría pues, el final de las luchas ideológicas, el final del motor de la historia –desde un punto de vista marxista– y el final de las luchas y la violencia social. Un mensaje no tan inocente como parece, que en pleno clima de confusión, gozó de una gran atención y aceptación por parte de los medios de comunicación, a pesar de la condición de arribista de Fukuyama dentro de la ciencia histórica. De tal modo, no es casualidad, como señala el propio Jameson en el libro (p. 115), que Francis Fukuyama –el autor de dicha controversia– hubiera formado parte del Departamento de Estado durante el gobierno de George Bush. Lo cierto es que a pesar del revuelo originado, no solo Fredric Jameson, sino cientos de profesionales de la historia (4), desacreditaron las teóricas idealistas de Fukuyama.


En este sentido, todo lo que hemos ido repasando, son muestras de lo que Jameson incluía dentro de ese «giro cultural» provocado por el posmodernismo. Pero ¿Qué cambios se apreciaron en el universo de la producción cultural lejos de ese plano teórico? Pues también el autor nos lo expone en varios de sus artículos. Por ejemplo, en el mundo cinematográfico, el autor vislumbra varios casos, American GraffitiEl ConformistaBarrio Chino, películas que evocan un momento pasado, lo que hasta entonces se llamaba cine histórico, pero que para Jameson tienen poco de históricas, simplemente la estética (pp. 18-22). Él incluye dentro de esta categoría de «film nostalgia», toda una serie de películas que a través de la «moda retro», nos remontan al pasado pero bajo unos estereotipos del presente, a su juicio, fruto de una sociedad incapaz de enfrentarse a su propio presente. Más ejemplos también en el campo de la arquitectura, con sus nuevas formas de entender el espacio urbano bajo el prisma del posmodernismo y que el autor resume –con el análisis del Westin Bonaventure Hotel de John Portman– en tres características: aspiración a ser un espacio total, separación con respecto a su vecindario e importancia del movimiento. También en el mundo del arte nos aporta su granito de arena, aunque para ello tengamos que desplazarnos a otra de sus publicaciones (5). Para él, el desarrollo del posmodernismo supuso una auténtica evolución de las artes visuales modernas con un aumento de la mercantilización y la superficialidad o pérdida del simbolismo y de mensaje. Todo ello, nos lo explica mediante la nada inocente comparación, como él mismo señala, entre el cuadro de Van Gogh, Un par de botas y Diamond Dust Shoes de Andy Warhol.


En definitiva, podemos decir que el debate en torno a la posmodernidad, aunque en buena medida ya superado, es todavía útil para entender los cambios en nuestra sociedad actual y, además, recuperarlo sirve para aclarar la confusión que originaron los acalorados debates de los años noventa y de los cuales hoy todavía vivimos sus consecuencias (6). De este modo, los nuevos retos que se nos plantean desde las ciencias sociales, las humanidades o en la propia producción cultural son muy importantes si pensamos en los recientes cambios en los medios de comunicación –la «democratización» de Internet con la explosión de las redes sociales por ejemplo– o en las nuevas fases de ese denominado capitalismo tardío –globalización total, crisis del trabajo tradicional, nuevas fases de organización empresarial o nuevos sistemas financieros –. En conclusión, no hay nada mejor, que aproximarse a Fredric Jameson y su obra, sin duda uno de los grandes especialistas del posmodernismo y además un gran intelectual, del que aprender a desarrollar una conciencia crítica tan necesaria para los tiempos que vivimos*.

(3)Francis Fukuyama, The End of History and the Last Man, New York, Free Press, 1992.
(4)Por citar un ejemplo: Gerard Noiriel, Sobre la crisis de la historia, Valencia, Universitat de València, 1997, pp. 51-152. 
(5)Fredric Jameson, Teoría de la postmodernidad..., op. cit., pp. 26-34. 
(6)El propio autor ha «revisitado» su obra recientemente en: Fredric Jameson, El postmodernismo revisado, Madrid, Abada Editores, 2012.
*Versión utilizada: Fredric Jameson, El giro cultural. Escritos seleccionados sobre el posmodernismo, 1983-1998, Buenos Aires, Manantial, 2000.

Comentarios