Apuntes de historia: Italia y los orígenes del fascismo (I)
El fascismo como fenómeno histórico no lo podemos encontrar hasta después de la Primera Guerra Mundial. Su aparición suscito entre los propios contemporáneos muchas discusiones, pero sobre todo en los primeros años, bastantes seguidores. Con el fascismo vemos como resurge con fuerza el nacionalismo patriótico, la violencia como forma de expresión y la aniquilación del resto de fuerzas políticas. Y como decíamos al principio, es imposible encontrar el fascismo antes de la Primera Guerra Mundial, porque es inconcebible sin que esta guerra recorriera los campos europeos.
Así, en el contexto de 1914 nos encontramos con una Italia en pleno proceso de ensanchamiento de la base política del régimen de Giolliti -una especie de Cánovas del Castillo, artífice del sistema político italiano restringido y clientelar-. En medio de este conflicto de tensiones sociales, la guerra en Europa estalló y con ello el debate en torno a la intervención o no, con una gran conmoción de la sociedad. Por un lado los neutralistas, entre los que estaban los liberales, católicos y socialistas. Por otro lado los intervencionistas, de una difícil clasificación ya que nos encontramos desde anarquistas hasta radicales revolucionarios o nacionalistas.
Finalmente, el debate se cerró cuando el 26 de abril de 1915 el gobierno italiano se comprometió con los ingleses para entrar al lado de los Aliados. En un principio, se pensaba en una derrota inminente de los Imperios Centrales, es decir, de una guerra corta. Pero los costes sociales fueron terribles, 6 millones de movilizados, 650 mil bajas y sobre todo el desarrollo de una camaradería especial entre los combatientes que cargaron contra los partidos políticos tradicionales. De este modo se concebía el embrión de los Arditi, germen a su vez del fascismo. La guerra fue mal, y peor en octubre de 1917 tras el desastre de Caporetto.
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