Apuntes de historia: Memoria y usos públicos de la Historia en Francia
Lo sucedido en Francia entre 1940-1945, la ocupación, la Resistencia, el régimen de Vichy va a remover los cimientos del discurso histórico francés, los cimientos de una memoria colectiva que se tambaleaba cada vez que se revisaba el pasado francés. Es necesario recordar, por ejemplo, la importante brecha que se abrió en la sociedad francesa con el caso Dreyfus o con la memoria de la Primera Guerra Mundial. Aunque será la Segunda Guerra Mundial el tema que mayor división cause en la sociedad francesa, si bien es cierto que pese a las múltiples interpretaciones que hay, la mayoría de ellas coinciden en la legitimidad de la lucha de la Resistencia o la inhabilitación de Vichy –salvo la extrema derecha y el mito petainista del «escudo protector» como única manera de sobrevivir a la invasión nazi–.
LA MEMORIA EN LA INMEDIATA POSGUERRA
A diferencia del caso italiano, la memoria antifascista no a va a estar centrada en la izquierda política, sino que van a surgir inmediatamente dos interpretaciones. Por un lado, la visión del Partido Comunista Francés que ve en la Resistencia un movimiento mayoritario y cuyo eje de acción fue el Partido Comunista, que interpreta el régimen de Vichy como una ruptura desde la derecha a la tradición revolucionaria francesa y que conecta con la cultura republicana y popular. Por otro lado, la interpretación gaullista y que será la propuesta que domine el discurso político hasta los años setenta. Es una visión muy distinta a la del Partido Comunista, con un fuerte personalismo y que centra la atención en la Resistencia como acción militar con De Gaulle como portador de la legitimidad que Vichy no tenía. Una Resistencia encarnada en la abstracción de la Francia eterna, en definitiva una Resistencia sin resistentes.
De este modo, también evocaban la «guerra de los treinta años» contra Alemania, en donde evidentemente la imagen de Francia salía favorecida. Y si bien he mentado que la visión guallista va a ser la dominante en el discurso nacional, va a sufrir no pocas oscilaciones producto de la disputa con los comunistas por la construcción de la memoria nacional. En ese contexto podemos entender el complejo aparato conmemorativo que establece el gaullismo, la preferencia de celebrar el 11 de Septiembre –la victoria en la Primera Guerra Mundial– en vez del 8 de Mayo –la victoria sobre Alemania–, símbolos como la Cruz de Lorena, la Francia eterna, Mont Valerièn, entre otros.
EL RÉGIMEN DE VICHY, LA APERTURA DE LA MEMORIA
Y aquí es interesante destacar, el aspecto más sensible de la Segunda Guerra Mundial para la sociedad francesa, que es la asimilación de Vichy y el colaboracionismo. En este sentido, Henry Rousso en un estudio novedoso de los años ochenta, estableció tres fases de esa asimilación (1). En primer lugar, la depuración política inmediatamente después de la guerra, donde De Gaulle quería mostrar que el régimen de Vichy había roto la legitimidad de la auténtica Francia, y de entre los juicios más significativos están los del mariscal Petain que fue condenado a pena de muerte, luego conmutada por cadena perpetua o el primer ministro de Vichy, Pierre Laval que fue condenado a muerte. La segunda de las fases empieza con las amnistías de 1951 y 1953 que establecen una cortina de humo sobre Vichy y permiten solo una interpretación oficial, Vichy como un paréntesis, un fenómeno minoritario, una imposición alemana, tal y como lo estableció por ejemplo el historiador Robert Aron en la primera historia de Vichy (1956) (2). Este olvido, evidentemente estuvo motivado para no fracturar más una sociedad envuelta en estos años en el conflicto argelino, la fundación de la Quinta República. Y por último la tercera fase, que Rousso la sitúa en los años setenta con la desaparición del general De Gaulle y esa emergencia por el recuerdo de Vichy tras casi veinte años de olvido. Un recuerdo motivado –entre otras razones– por el impacto que causó en la sociedad francesa el documental de Marcel Ophüls, Le Chagrin et la Pitiè (1971) que no es más que una historia sobre la sociedad francesa ante Vichy, una sociedad con la principal preocupación de sobrevivir, y lo realmente novedoso del documental es que da protagonismo (a parte de los colaboracionistas y resistentes) a esa «zona gris», que ha denominado Enzo Traverso, refiriéndose al vasto grupo de todos aquellos que, por miedo o por rechazo a la violencia, no pudieron o quisieron elegir bando durante la guerra (3). De este modo, como en Italia pero en menor grado, hay una desvalorización de la Resistencia.
LA EXPLOSIÓN MEMORIAL EN FRANCIA
Además, los años setenta para Francia suponen el momento en el que se abren los conflictos de la memoria que llegan hasta nuestros días y que se vieron influidos por los cambios sociales de los años setenta, la influencia de Mayo del 68, los procesos de descolonización –en el caso francés, bastante traumáticos–, el influjo internacional de la memoria de la Shoah, todo ello atravesado por la tradicional división entre derecha e izquierda política en cuestiones memoriales desde la Revolución Francesa, pasando por la Comuna hasta el caso Dreyfus o la Primera Guerra Mundial. En este contexto podemos entender mejor, el impacto que causó el trabajo de Pierre Nora, Les lieux de mémoire en el mundo académico y en la sociedad francesa en general. Todo esto una generación más tarde se convirtió, según Roberto Ceamanos, en el «deber de memoria», es decir, el deber moral de conservar el recuerdo y con ello la irrupción de la responsabilidad estatal en las cuestiones memoriales (4). De ahí, que la trayectoria en los últimos años de la memoria del antifascismo en Francia haya estado eclipsada por el despertar de la memoria judía, la memoria de la guerra de Argelia y la polémica a raíz de las leyes memoriales.
Respecto a lo primero, la cuestión de la memoria judía, esta muy relacionado con el debate en torno a Vichy y la responsabilidad francesa de la deportación y exterminio de judíos de Francia. Un tema que entre otras cosas, salió a la luz de la opinión pública con la emisión de la producción norteamericana Holocausto y el film-documental Shoah de Claude Lanzmann, además de una serie de trabajos científicos como el antes citado Le Syndrome de Vichy de Henry Rousso. Sobre la guerra de Argelia, vemos el mismo proceso que en la Segunda Guerra Mundial, el olvido inmediato tras la independencia de Argelia y el despertar de la memoria en los años noventa, producto de el paso de una generación y la importante población de origen argelino en suelo francés. Y por último, la cuestión de las leyes memoriales que no deja de ser la plasmación total de esa relación entre historia y política y que ha ocasionado no pocos debates en el espacio público y en la comunidad de historiadores hasta la actualidad.
BIBLIOGRAFÍA
1. Henry Rousso, Le Syndrome de Vichy: 1944-198..., Le Seuil, Paris, 1987.
2. Robert Aron, Histoire de Vichy, 1940-1944, Fayard, Paris, 1954.
3. Enzo Traverso, A sangre y fuego. De la guerra civil europea, Publicacions de la Universitat de València, Valencia, 2009, p. 13.
4. Roberto Ceamanos, Las Francias del siglo XXI. Entre la historia y la memoria, s.n., s.l., s.d,.
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