Apuntes de historia: Revolución industrial o proceso de industrialización (I)

Parece imposible pensar en un precedente más antiguo para la Revolución Industrial que el de la economía británica entre los años 1780-1840. Más aún, algunos historiadores sitúan el proceso unas cuantas décadas antes, en los primeros años del siglo XVIII, bajo la denominación de «protoindustrialización». De hecho, es muy curioso que, de manera didáctica, se haya utilizado tradicionalmente el concepto «revolución» para definir lo que realmente fue más bien un proceso. Sea como fuere, revolución, proceso, da igual, lo que si es cierto es que estamos ante un fenómeno prolongado y continuo en el medio plazo que acabó por transformar el modelo económico y social del Antiguo Régimen en lo que podríamos denominar como un «protocapitalismo»


James Howe Carse, Oldham from Glodwick Fields, 1831.

Asimismo, que el proceso tuviera lugar en primer lugar en Gran Bretaña no fue para nada casual, ya que hay una serie de factores que se tienen que producir para provocar ese gran salto. En primer lugar, que haya una mentalidad comercial. Salvando las distancias, la Gran Bretaña del siglo XVIII, fue como la Atenas del siglo V-IV (AEC). De tal modo, que gran parte del pensamiento económico moderno nace de la escuela escocesa y de algunas cabezas como las de David Hume o Adam Smith. En segundo lugar, es también importante que haya unas condiciones legales propicias. El sistema político británico no era solo más abierto que, en general, el resto de los estados europeos continentales, sino que además, tenía una legislación que favorecía el beneficio de las empresas, aunque fuera en detrimento del bienestar social. En tercer lugar, era y es necesario la disponibilidad de financiación para el desarrollo industrial. En el caso inglés, esa inversión de capital provenía principalmente de los ahorros de los propietarios, y que luego destinaron a la financiación para las mejoras técnicas, no siendo necesario, al menos en los inicios, un potente sector bancario.  

En cuarto lugar, para el desarrollo de un proceso de industrialización, fue necesaria previamente una transformación del sector agrario, que se adaptara a las nuevas necesidades de la industria, con una mayor producción y, sobre todo, con una menor necesidad de mano de obra que, a partir de ese momento, pasaría a formar parte de las filas del proletariado. Un quinto factor a destacar, es la disponibilidad de una importante red de transportes, es decir, una potente flota mercante y una amplia red de canales para facilitar el movimiento de mercancías. Por último, y seguramente el factor más importante, es la disponibilidad de un gran mercado donde distribuir tu producción. Pero esto no fue un problema para Inglaterra, ya que estamos hablando del Imperio Británico, el mayor y más poderoso imperio colonial de todos los tiempos.


Retrato de Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna.
Su principal obra y reflejo de su pensamiento es La riqueza de las naciones.

Por otro lado, también tenemos que tener en cuenta el factor demográfico como aspecto fundamental para el desarrollo industrial. Fenómenos que van de la mano, pues al mismo tiempo que se desarrollan las mejoras técnicas, la calidad de vida de los seres humanos mejora. En el caso de Gran Bretaña, hubo un gran crecimiento demográfico, ya que pasa de una población de diez millones de habitantes a finales del siglo XVIII a casi 40 millones de habitantes a finales del siglo XIX. Esto en buena medida estuvo relacionado con un ligero descenso de la natalidad, a cambio de un importante decrecimiento de la mortalidad. La población agrícola aumenta, lo que permite alcanzar una mayor producción y alimentar a toda la población. Además, no nos podemos olvidar de los avances en medicina e higiene, así como en la creación del alcantarillado moderno y el abastecimiento en los hogares de agua potable. Las principales consecuencias de este aumento de población están estrechamente relacionadas con el propio fenómeno de industrialización; una mayor disponibilidad de mano de obra para la incipiente industria, el aumento de la presión colonial y la masificación de la población en grandes núcleos urbanos

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