Apuntes de arte: El Arte Clásico: Roma (II)
Las raíces del arte romano se encuentran en Grecia, en este caso en la influencia que tuvo para el desarrollo del arte romano la presencia de griegos en el sur de la península Itálica, principalmente en Sicilia y la Magna Grecia. Pero además, también en el arte romano hay un importante componente de su pasado etrusco, sobre todo en su concepción de la arquitectura y de la escultura. De este modo, el arte romano no supuso de ninguna manera una continuación del arte griego, fueron dos entidades completamente distintas. En este sentido, es muy difícil establecer unas características generales para el arte elaborado por los romanos, pues a lo largo de toda su historia fueron muchas y muy variadas las condiciones sociales y geográficas en las que se desarrolló, aunque probablemente fuera el urbanismo y la planificación de las ciudades la cuestión que más homogeneidad presentó. Por ello, para facilitar su estudio, una gran mayoría de historiadores suele dividir el arte romano en cuatro grandes periodos cronológicos; monárquico-etrusco (siglos VIII-VI), republicano (siglos V-I aC), imperial (siglos I-II después de Cristo) y periodo tardorromano (siglos III-V dC).
Para los romanos la arquitectura fue un arte práctico, útil y en buena medida inclinado a la monumentalidad. Sus construcciones fueron relativamente homogéneas a lo largo del espacio y el tiempo, y se caracterizó por ser tanto arquitrabada como abovedada -por influencia etrusca-. Entre los muchos materiales que utilizaron, sobre todo piedra para los edificios monumentales, se diferenciaron por el uso del hormigón para la cimentación y unión de puntos -sillería, ladrillos, mampostería- dotando a sus construcciones de una gran duración. Adoptaron los órdenes arquitectónicos griegos, pero además crearon otros; el toscano (de fuste liso y collarino, equino y ábaco algo separados) y el compuesto (una mezcla de elementos de capitel jónico y corintio). Al igual que los griegos, la sociedad romana dio una especial importancia al urbanismo y el trazado de la ciudad. De este modo, en torno al foro se agrupaban los principales ejes de la ciudad, la vía decumana (E-O) y el cardo (N-S), con toda una red de calles secundarias formando cuadrículas. En el foro o en otros espacios públicos se solían construir los principales edificios públicos de la ciudad, por lo que la arquitectura era para los romanos también una forma de propaganda. Como aseguraba Vitrubio en su Tratado, «Firmeza, utilidad y belleza» eran los principios rectores del programa constructivo romano y de hecho, buena parte de sus obras de ingeniería así lo reflejaron -acueductos, puentes, pantanos, etcétera-.
Los templos romanos tenían fuertes influencias de los griegos y los etruscos y lo cierto es que no hubo una tipología dominante, por lo que existió una gran variedad de plantas. Generalmente eran edificios de dimensiones reducidas y se levantaban sobre un podio, con escalinata con un fuerte sentido de fachada principal. Por eso, a diferencia de los templos griegos que daban importancia a las cuatro fachadas por estar aislados del conjunto urbano, los templos romanos estaban integrados en la ciudad. De este modo, el templo estaba rodeado de un peristilo (pórtico columnado) cerrado por detrás. Con una pronaos profunda, el opistodomos desaparece. Los templos son mayoritariamente rectangulares, con un evidente eclecticismo. Afortunadamente, han quedado numerosos ejemplos como el templo de la Fortuna Viril en Roma, el templo de la Maison Carrée en Nimes o el templo de Vesta también en Roma.
Ya en época imperial, los templos van a estar unidos al propio culto del emperador, destacando de entre todos ellos el Panteón de Roma, que se edificó durante el mandato de Adriano sobre un templo previo de Agrippa (126 después de Cristo). En él se combinan el pórtico rectangular y la planta circular. Esta forma viene condicionada por la utilización de una gran cúpula. Entre los principales materiales para su construcción destacan el ladrillo cocido y hormigón, revestidos con placas de estuco o mármol. En la cúpula se emplearon materiales muy ligeros como la piedra pómez. De hecho, la cúpula se convirtió en la más grande construida hasta entonces y su construcción supuso un reto para los arquitectos romanos. La medida de su diámetro es la misma que la de la altura lo que crea una sensación espacial única. En la parte más alta se abre un gran óculo que permite la entrada de la luz al interior. Respecto al pórtico, tiene una fachada clásica de orden corintio y coronado por un frontón. La cella, de planta circular está formada por un cilindro, en cuyo interior se abren ocho exedras coronadas por frontones triangulares y curvos alternativamente. Entre ellas, unos pilares sobre los que descansa el peso de la cúpula. En cuanto a la decoración, hay que decir que la mayor parte de la misma en el exterior ha desaparecido. En su interior, todavía se conservan elementos constructivos, como columnas, frontones, entablamentos, con finalidad decorativa. La cúpula está decorada con casetones, que contribuyen a aligerar su peso. También se conservan los mármoles que revestían el suelo. No se conservan las tejas de bronce dorado de la cúpula. El Panteón se edificó para honrar a todos los dioses, por lo su finalidad debió de ser la de acoger sus imágenes y a las personas que acudían a honrar a esos dioses. Además, la cúpula tiene un significado cósmico, ya que es la representación de la bóveda celeste.
Otras de las edificaciones más importantes del mundo romano fueron las basílicas. Su función era la de acoger los actos judiciales y los intercambios comerciales, por lo que se trataba de edificios de gran amplitud. De planta rectangular con tres naves separadas por columnas, la central más alta que las laterales, para poder iluminar el interior. En su espacio se observa un claro eje longitudinal. Este esquema constructivo tendrá una importante influencia posterior ya que será el que adopten los cristianos para sus templos. En este sentido, son muchos los edificios públicos que tienen origen en época romana. Los anfiteatros, por ejemplo, eran edificios destinados a espectáculos públicos como las luchas entre gladiadores, la caza de fieras salvajes, los combates navales etcétera. De planta elíptica, su forma surge de la unión de dos teatros y consta de tres partes; el subterráneo, formado por las construcciones que se encontraban bajo la arena y que servían para guardar los decorados o las jaulas de fieras, la arena o espacio donde se desarrollaba el espectáculo y, finalmente, la cávea o graderío, que generalmente estaba construido por un sistema de galerías abovedadas. Sin ninguna duda, el anfiteatro más conocido del mundo romano es el Coliseo de Roma, pero existen otros ejemplos de anfiteatros romanos bastante bien conservados como el anfiteatro de Nimes.
El teatro romano, a diferencia del teatro griego, era una construcción exenta que no necesitaba de la falda de una montaña. La planta se componía de una cávea semicircular, que en su parte inferior culminaba en una orchestra semicircular, un proscenio para las representaciones, y una escena arquitectónicamente muy desarrollada que cerraba el hemiciclo del edificio. as grandes fachadas al exterior presentaban una estructura de arquerías superpuestas y columnas adosadas con capiteles clásicos superpuestos, como sucede también en el anfiteatro. Hay muchos ejemplos de teatros romanos parcialmente conservados en la actualidad, el teatro de Marcelo o el teatro de Mérida. Otra función muy distinta era la de las termas, un edificio destinado a ejercer de baños públicos, solían formar un conjunto de numerosas dependencias con salas de baño frío -frigidarium-, de vapor -caldarium- y templados -tepidarium-. Para el control de la temperatura de las termas se utilizaba un sistema de calefacción por el suelo conocido como hipocausto. Las termas jugaron un importante papel en la sociedad civil, pues no solo eran unos baños públicos, sino que también eran utilizadas como lugares de reunión o salas de recreo. De hecho, estos distintos usos fueron haciendo cada vez más compleja la estructura de estos edificios. Un ejemplo son las llamadas termas de Caracalla.
Con el final de la República y el reinado de Augusto, la arquitectura adopta una nueva función, la propaganda. Por ello, existen toda una serie de construcciones que funcionaron como edificios conmemorativos. Un ejemplo son los arcos de triunfo, símbolos de la grandeza y perpetuidad del poder imperial, solían conmemorar alguna de sus victorias en el combate. Podían ser de varios tipos; de un solo vano, de tres o incluso de cuatro frentes. Existen numerosos ejemplos como Arco de Tito, el Arco de Medinacelli, el Arco de Bará, etcétera. El Arco de Tito, en este caso, es un ejemplo de elegancia y sencillez de proporciones. Posee un único vano, flanqueado por dos grandes pilares sobre podio, con bóveda de cañón en el interior. Presenta cuatro columnas adosadas con capiteles compuestos. Sobre ellas se sitúa el entablamento con arquitrabe, friso y cornisa. Por tanto, se superpone una construcción adintelada sobre una abovedada. Por encima, el arco remata con un ático en el que una inscripción nos informa de que el Senado y el pueblo romano lo dedican al emperador Tito. También presenta una serie de relieves en su interior. Otro caso de arquitectura conmemorativa de época romana son las columnas, que apoyadas sobre un pedestal y decoradas con relieves, su función era la de relatar o recordar una serie de hechos, acontecimientos o personas. El ejemplo más paradigmático de esta clase de monumentos es la columna de Trajano en Roma.
La escultura romana se inspira en la griega y está influenciada por la etrusca. Tras la conquista de Corinto por Roma muchos de los artistas griegos se trasladaron a Italia donde realizaron numerosas copias y obras basadas en las grandes creaciones de la escultura griega. Así se desarrolló una corriente aristocrática e idealista de tradición clásica griega. Por otro lado, de los etruscos tomaron una de sus características principales, el realismo, que dio origen a otra corriente de carácter popular y realista de tradición etrusca. Los materiales empleados fueron principalmente el mármol y el bronce. El tema principal es el hombre, no idealizado sino como ciudadano. Se hacen estatuas y relieves para honrar a los gobernantes y en ellas no interesa el artista sino las autoridades. Por eso la mayor parte de las obras son anónimas. Los dos géneros más importantes son: el retrato y el relieve histórico.
El retrato parte, como hemos dicho, de la costumbre etrusca que después adoptan los romanos de las imagines maiorum o mascarillas funerarias tomadas del rostro de los difuntos. Una costumbre que estaba relacionada con el culto a los antepasados y que explica el realismo físico y gestual del retrato romano. Con posterioridad, estas mascarillas reservadas a los patricios, se extenderán también a los plebeyos y se utilizarán materiales más duros y por tanto más duraderos como la terracota. Se cultivaron distintos tipos de retrato, tanto de cuerpo entero, de pie, sentado (sedente) o a caballo (ecuestre), o sólo de la parte superior del cuerpo, es decir, en busto. La evolución del retrato romano ha ayudado a distinguir numerosas etapas y que coinciden con cambios de gustos o modas. Estos cambios se observan por ejemplo en detalles como el tipo de cabello, los ojos o la barba. En los retratos femeninos incluso queda patente el paso de los distintos estilos de peinados. Como en la arquitectura, la llegada del imperio supuso el uso propagandístico de la escultura para representar al emperador y a la familia real. El emperador podía ser representado con toga y manto sobre la cabeza, como pontífice máximo; como cónsul o militar, con coraza. A veces aparece divinizado, con la parte superior del cuerpo desnudo, corona de laurel y algún atributo de un dios. Era la representación más rica, aunque no la más frecuente. También podía estar representado en calidad de cónsul cum imperium, como por ejemplo en el Augusto de Prima Porta.
Por otro lado, el relieve histórico nació del deseo de eternizar en piedra los triunfos guerreros. Es, pues, narrativo e histórico. Se situaba fundamentalmente en los edificios conmemorativos: arcos de triunfo y columnas. Destacó el alto nivel técnico que se aprecia en el detallismo y la precisión en el modelado. así como en su perfecto realismo y su capacidad de perspectiva disminuyendo el volumen de las figuras a medida que se alejan del espectador. Se logra un ritmo compositivo mediante una riqueza gestual que da a la narración movilidad y dinamismo. Entre los conjuntos más interesantes de relieves históricos se pueden destacar los que decoran el Ara Pacis de Augusto, el Arco de Tito o la columna de Trajano.
De la pintura romana se conoce bastante poco, la mayoría de la información que ha llegado hasta nuestros días tiene como origen el yacimiento arqueológico de Pompeya. En base a esto se han podido establecer unas fases y características de la pintura romana. La técnica más conocida es la pintura mural, al fresco, y en la que se han establecido cuatro estilos hasta el año 79 después de Cristo. En primer lugar, el estilo de incrustraciones (200-30 aC) caracterizada por intentar imitar los revestimientos de mármol. Por un lado, el estilo arquitectónico (30 aC-10 dC) donde se crean ilusiones ópticas que amplían el espacio real con falsos elementos arquitectónicos. Por otro lado el estilo ornamental o ilusionismo optico (40 dC-79 dC) que deriva del arquitectónico y que consiste en la enmarcación de figuras, paisajes o escenas mitológicas de gran tamaño. Y, finalmente, otros estilos posteriores.
En este sentido, una disciplina bastante relacionada con la pintura y que, debido a su composición, se ha podido conservar bien, es el mosaico. Los griegos ya utilizaban esta técnica, pero fueros los romanos quienes llevaron al mosaico a su época de mayor esplendor. La técnica del mosaico es básicamente la aplicación de pequeñas piezas o teselas, hechas con distintos materiales -normalmente mármoles, azulejos o vidrios- sobre una capa de mortero. Las teselas se disponen siguiendo un dibujo previo, de tal manera que forman figuras geométricas o escenas más complicadas. En principio se utilizaron colores básicos, pero poco a poco fueron aparecieron gran cantidad de tonalidades. Los romanos distinguían dos tipos de técnicas para realizar un mosaico. Por un lado el opus tessellatum que se hacía con piezas que tenían entre medio centímetro y un centímetro y medio de lado. Y, por otro lado el opus vermiculatum elaborado con piezas de menor tamaño, por lo que se lograban mejores efectos, detalles y acabado. En cuanto a la temática se suelen distinguir los mosaicos de figuras geométricas, en donde se repiten rectángulos, trazos curvos, cuadrados. También mosaicos que combinan figuras con motivos geométricos. Otros mosaicos que recogen escenas, la mayoría de ellas de carácter anecdótico y costumbrista. Y mosaicos de inspiración helenística que representan escenas faunísticas, mitológicas, batallas épicas con algunos ejemplos como El juicio de Paris, el Sacrificio de Ifigenia, Anfítrite o la batalla de Issos.
En este sentido, una disciplina bastante relacionada con la pintura y que, debido a su composición, se ha podido conservar bien, es el mosaico. Los griegos ya utilizaban esta técnica, pero fueros los romanos quienes llevaron al mosaico a su época de mayor esplendor. La técnica del mosaico es básicamente la aplicación de pequeñas piezas o teselas, hechas con distintos materiales -normalmente mármoles, azulejos o vidrios- sobre una capa de mortero. Las teselas se disponen siguiendo un dibujo previo, de tal manera que forman figuras geométricas o escenas más complicadas. En principio se utilizaron colores básicos, pero poco a poco fueron aparecieron gran cantidad de tonalidades. Los romanos distinguían dos tipos de técnicas para realizar un mosaico. Por un lado el opus tessellatum que se hacía con piezas que tenían entre medio centímetro y un centímetro y medio de lado. Y, por otro lado el opus vermiculatum elaborado con piezas de menor tamaño, por lo que se lograban mejores efectos, detalles y acabado. En cuanto a la temática se suelen distinguir los mosaicos de figuras geométricas, en donde se repiten rectángulos, trazos curvos, cuadrados. También mosaicos que combinan figuras con motivos geométricos. Otros mosaicos que recogen escenas, la mayoría de ellas de carácter anecdótico y costumbrista. Y mosaicos de inspiración helenística que representan escenas faunísticas, mitológicas, batallas épicas con algunos ejemplos como El juicio de Paris, el Sacrificio de Ifigenia, Anfítrite o la batalla de Issos.
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