Apuntes de historia: el paradigma antifascista italiano (I)

En las siguientes entradas voy a presentar un pequeño trabajo en torno al paradigma antifascista italiano, probablemente uno de los temas más mentados en el blog y que no deja de ser un homenaje a la próxima fecha del 25 de Abril, fiesta nacional italiana que conmemora la liberación frente a las tropas nazis. Y es que, la cuestión de los usos públicos de la historia en el caso del antifascismo italiano podría ser considerado como un caso paradigmático en cuanto a la historia de la historiografía se refiere. Por esto, y pese a que los historiadores ya tenían conciencia de los usos públicos del pasado desde los orígenes de la profesión (1), ha sido una disciplina sobre la que se han generado numerosos debates en las últimas décadas. Esto ya lo observó el historiador italiano Nicola Gallerano con la temprana aplicación al caso italiano del término «uso público de la historia» en los años ochenta y que estaba desarrollando en esos momentos el filósofo alemán Jürgen Habermas durante la ya célebre Historikerstreit (2). En este sentido, Italia es un caso especial donde las controversias historiográficas, gracias a la propagación por parte de los medios de comunicación, se trasladan al ámbito público. A ello también contribuyó la aparición de interpretaciones revisadas –cuando no revisionistas– del pasado reciente y traumático. Así, entre los años setenta y ochenta se rompe en Italia la hegemonía del paradigma antifascista ante la aparición de nuevos planteamientos y tesis sobre fenómenos como el fascismo o el antifascismo, y que estaban estrechamente vinculados a la crisis institucional y política en torno a esa idea de la transición a una II República. En este sentido, Nicola Gallerano entendió la teorización de los usos públicos de la historia como una llamada de atención a la responsabilidad y función social de los historiadores (3). Una puesta al día sobre las últimas corrientes historiográficas que de alguna manera dejaban anticuada la vieja interpretación del paradigma antifascista. Al mismo tiempo que pretendía contrarrestar las corrientes revisionistas por parte de la nueva derecha italiana, con un gran poder sobre los medios de comunicación, y que buscaban arrebatar la supuesta hegemonía que tenía la izquierda en la elaboración de la historia nacional desde los orígenes del Estado republicano. De este modo, vemos como el uso público de la historia tiene una relación directa con los conflictos memoriales y la construcción de la identidad nacional que sobrevuelan desde hace unos años y hasta la actualidad a la sociedad italiana. 



Así, como he dicho antes en estas entradas temáticas voy a realizar en primer lugar, una aproximación al paradigma antifascista italiano. Esto es, explicar qué se entiende por paradigma antifascista, sus orígenes y su desarrollo en el marco social y político de la República italiana. En segundo lugar, recorrer el concepto «uso publico de la historia» en el caso italiano, sobre todo a raíz de los trabajos del historiador Nicola Gallerano, y por último, desarrollar lo que se ha denominado «crisis» del paradigma antifascista y establecer sus vínculos con la memoria y su estrecha relación con el concepto «uso público de la historia».

LOS ORÍGENES DEL PARADIGMA ANTIFASCISTA

Antes de explicar los orígenes del paradigma antifascista en Italia, cabe primero preguntarse porque en la historiografía italiana se ha definido al antifascismo italiano como un paradigma. El término paradigma procede de la historiografía de la ciencia, divulgado por Thomas S. Khun en su libro The structure of scientific revolutions (1962) y desde los años setenta ha sido utilizado por algunos historiadores que aplicaban la tesis de los paradigmas para estudiar las corrientes historiográficas y su evolución. Y aunque sea un concepto muy discutido, ya sea por su uso meramente retórico o por las limitaciones de explicar los cambios en la profesión de historiador (4), si es válido para definir lo que el antifascismo ha supuesto para la sociedad italiana. Ya que se entiende por paradigma antifascista un conjunto de valores políticos y sociales, no por tener una ideología política común, sino más bien por la experiencia acumulada, lo que en la historiografía actual se llamaría una cultura política y que encajaría con el concepto paradigma como una serie de argumentaciones con criterios comunes. 



Así, los orígenes del antifascismo los podemos situar en los mismos inicios del régimen fascista en Italia. Destacan nombres como Gaetano Salvemini, Antonio Gramsci, Luigi Sturzo o el controvertido Angelo Tasca, y pese a sus diferencias políticas la mayoría coinciden en su oposición al régimen de Mussolini por lo que son ellos los que comienzan a elaborar la narración antifascista desde el exilio o en prisión. Pero sin duda, será la caída del régimen fascista y el estallido de la «guerra civil europea» en suelo italiano, con la firma del armisticio el 8 de septiembre de 1943, cuando el antifascismo se dote de un discurso político legitimador. Así, la actuación de las fuerzas antifascistas en estos momentos conformadas no sólo por el Comitato di Liberazione Nazionale (CLN), sino también por la monarquía y el gobierno del general Badoglio, van a estar determinadas en buena medida por la lucha contra la Alemania Nazi y los fascistas de Saló. En este sentido, Filippo Focardi, experto en los orígenes de la narración antifascista, afirma que debido a esa incisión profunda surgida de la experiencia bélica nacieron memorias divididas y enfrentadas, ya no solo entre fascismo y antifascismo, sino dentro incluso del propio antifascismo (5). Y es que la propaganda durante la guerra, tanto por parte de las fuerzas antifascistas como por la República de Saló, tuvo un carácter plenamente ofensivo. El antifascismo elaboró una lectura del pasado basada en eslóganes y lugares emblemáticos de la lucha de la Resistenza. Al mismo tiempo se reforzaba la imagen del enemigo alemán, el «cattivo tedesco» frente al «bravo italiano», un discurso totalmente absolutorio sobre los italianos (6). Se olvidaba, por tanto, la actuación de las fuerzas italianas hasta 1943 y se reforzaba el periodo entre 1943 y 1945. En otras palabras, se estaba allanando el camino ante una posible transición política y también de cara a la relación con las fuerzas aliadas. 



De este modo, con la derrota del fascismo, no resulta llamativo que las principales aportaciones a la narración antifascista giraran en torno a la idea de conectar con la tradición del Risorgimento, es decir la tradición liberal italiana frente al paréntesis que había supuesto el régimen de Mussolini. Así, la memoria del régimen fascista establecía una dictadura con un apoyo popular minoritario y por supuesto contrario a la Segunda Guerra Mundial. Y es que el contexto de la creación del Estado republicano y la negociación del tratado de paz con los Aliados requería de una paz social imposible de conseguir si se reabrían las heridas recientes. Evidentemente esta narración omitió aspectos fundamentales para comprender el régimen fascista, como por ejemplo el apoyo popular que gozo el régimen de Mussolini hasta 1940. Del mismo modo, y dentro de ese clima de reconciliación, tras la depuración «en caliente» de la inmediata posguerra, el antifascismo italiano favoreció la amnistía sobre miles de fascistas acusados de delitos graves (7). En resumen, el paradigma antifascista forjado durante la guerra de Liberación había creado una narración precipitada del pasado fascista que respondía a una doble exigencia. En un primer momento invitar a todos los italianos a luchar contra la Alemania nazi y después a fomentar la paz social y mejorar la relación con las fuerzas aliadas. Esta exigencia motivó una imagen sesgada y simplificada del discurso nacional y del fascismo en base a una memoria colectiva totalmente autoabsolutoria. Un paradigma que la Guerra Fría fracturará, pero que no hará perder su hegemonía hasta los años setenta con el inicio de la crisis institucional y política de la República italiana y los cambios en la historiografía, que dejaban obsoletos los planteamientos que el paradigma antifascista ofrecía.

BIBLIOGRAFÍA


1. Gonzalo Pasamar, «Los historiadores y el “uso público de la historia”: viejo problema y desafío reciente», en Ayer, nº. 49, 2003, pp. 221-223. 
2. Nicola Gallerano, La verità della storia. Scritti sull'uso pubblico del passato, Roma, Manifestolibri, pp. 23-24.
3. Ignacio Peiró Martín, «La opinión pública y los historiadores: memoria, historiografía y política», en Carlos Forcadell (ed.), Usos de la historia y políticas de la memoria, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, pp. 148-149.
4. Gonzalo Pasamar, «El concepto de “paradigma” y su importancia en historia de la historiografía», en Miguel Ángel Cabrera y Marie McMahon (coord.), La situación de la historia: ensayos de historiografía, Tenerífe, Universidad de La Laguna, 2002, pp. 133-156.
5. Filippo Focardi, La guerra della memoria. La Resistenza nel dibattito politico italiano dal 1945 a oggi, Roma-Bari, Laterza, 2005, pp 11-13. 
6. Filippo Focardi, «“Bravo italiano” e “cattivo tedesco”: riflessioni sulla genesi di due immagini incrociate», en Storia e Memoria, n. 5, vol. 1, 1996, pp. 62-66.
7. Enzo Traverso, A sangre y fuego. De la guerra civil europea, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2009, pp. 127-128.

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