Blade Runner (1982) (III)

Cuando en 1982 se proyectó Blade Runner, la película era ciencia ficción. Hoy en día, podemos decir que no tanto, al menos, en algunos aspectos. A mi siempre me ha llamado mucho la atención la ciudad de Deckard, Los Ángeles de 2019. Una ciudad totalmente industrializada y tecnológica, con una climatología adversa, plagada de anuncios y sobre todo multicultural, fría e individualista. Es decir, una ciudad como cualquier metrópolis posmoderna que podemos conocer en la actualidad. De hecho, aunque los que somos de provincia no estamos muy acostumbrados a ello, el urbanismo de las grandes ciudades no parece diferenciarse mucho de lo que Ridley Scott y su equipo nos mostraron en el metraje. 


Fotograma de Blade Runner.


Así, la película nos dibuja un panorama urbano casi profético en este sentido, pues se asemeja a las grandes urbes masificadas orientales. La predominancia de la cultura oriental sobre la occidental se ve muy claramente en la película, tanto por la población como por las marcas  y los mensajes publicitarios. Se podría decir que esa mitología de «que los chinos nos van a comer» cobra vida a lo largo de este largomentraje. De hecho, las pocas veces que Deckard aparece comiendo en la película, lo hace degustando comida oriental.


Fotografía de Hong Kong en la actualidad.

La culpa de este realismo futurista la tienen, entre otros, el diseñador de producción Lawrence G. Paull, David L. Snyder y Syd Mead, un artista conocido principalmente por sus dibujos y diseños futuristas. Pues bien, estos señores se ocuparon de transformar un viejo decorado de los estudios de la Warner Bros. de 1929, que simulaban la ciudad de Nueva York, en Los Ángeles de 2019. Allí se rodaron la mayoría de los exteriores de la película ya que grabar en localizaciones concretas habría disparado el presupuesto de la película. Y lo cierto, es que ese viejo decorado se transformó en una ciudad sucia, llena de desechos y donde prácticamente seria muy difícil vivir. Vemos que detrás de la película, hay toda una teoría sociológica que se resume en buena medida en la obra del antes mencionado Syd Mead, que decía lo siguiente: «Según nuestra teoría, la industria pesada y las tecnologías avanzadas estaban tan consagradas a las realizaciones en los mundos exteriores que invertían en el espacio todo el capital disponible, pongamos que el setenta por ciento, con el resultado de que los consumidores que quedaban en la Tierra no tenían asegurado un servicio correcto. Por ejemplo, y a diferencia de lo que sucede hoy no se podría adquirir en la tienda un nuevo tostador de pan, ni un coche, ni una maquinilla de afeitar. Eso obligaba a reciclar las cosas viejas, o a que se las reparara para mejorar su funcionamiento o para prolongar su duración, lo que implicaba la existencia de un mercado de piezas de recambio».


Concept Art de Syd Mead para Blade Runner.

De hecho, el nombre de Syd Mead, que a muchos a primera vista no les sonará, está detrás de diseños de producciones como Star Trek: The Motion Picture (1978), Tron y Blade Runner (1981), 2010: The Year We Make Contact (1983) o Aliens (1985). Además, ha trabajado para grandes empresas automóvilisticas, participando en algunos de los diseños de la Ford Motor Company. De ahí que los vehículos y naves futuristas que siempre ha diseñado para estas películas futuristas tengan una cierta visión realista y de algún modo funcional. Es decir, hacía estos diseños pensando en que debían funcionar. 


Concept Art de Syd Mead para Blade Runner.

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