Apuntes de arte: Las artes plásticas del impresionismo a la abstracción


A principios del siglo XIX todavía se podían sentir los últimos coletazos del neoclasicismo en la pintura. En Francia, por ejemplo, pintores como Jacques-Louis David o Jean Auguste Dominique Ingres sentaron las bases del movimiento artístico romántico. De hecho, tanto el movimiento neoclásico como el propio romanticismo no dejaban de ser sino dos movimientos burgueses frente al aristocrático rococó. Aún así, el romanticismo se distinguió del neoclásico en su carácter rupturista frente al academicismo. De este modo, entre 1820 y 1848 el movimiento romántico triunfó en un panorama europeo en periodo de reorganización tras el terremoto que supuso la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas. Los principales rasgos característicos del romanticismo pictórico son; la riqueza cromática, la representación de figuras en impetuoso movimiento, el aparente desorden compositivo en ejes diagonales, la preferencia de la noche al día, de la tempestad a la calma, de los días nublosos o tormentosos a los claros. También son característicos los temas centrados en el gusto por lo patético, en las revoluciones políticas, en los desastres, en las costumbres y en las vistas orientales. En Francia los principales pintores de este estilo fueron Proudhon, Gericault, Delacroix y Corot. En Inglaterra, hubo dos corrientes; unos conocidos como visionarios entre los que se encontraban Füssli o Blake, y los paisajistas entre los que destacan Constable y Turner.


A partir de 1848 surgió en Francia una corriente pictórica contraria al romanticismo, centrada en la realidad concreta, con temas sociales como los referidos a la vida de los campesinos, los emigrantes, los obreros, las agitaciones populares o las vistas de la naturaleza. Esta nueva corriente, denominada realismo, representó todos estos temas sin ninguna idealización, con figuras tratadas con una pincelada firme y contornos precisos. Los tres pintores franceses creadores de este estilo fueron Millet, Courbet y Danmier. Curiosamente, la pintura inglesa de mediados de siglo se ha denominado como prerrafaelista, y tiene unas características muy diferentes al realismo francés. Los pintores ingleses prerrafaelistas rechazaban la vida industrializada, cultivando un tipo de pintura mística, medieval, religiosa y lírica. Se les llamó prerrafaelistas por su gran admiración a la pintura italiana anterior a Rafael. Por otro lado, en cuanto a la pintura realista española cabe señalar que sobre todo se centró en la temática histórica y costumbrista de pintores como Rosales y Fortuny.

La renovación del impresionismo tuvo sus raices en el romanticismo y el realismo. Surgió en Francia, cuando un grupo de jóvenes pintornes desafiaron a la exposición organizada por el Salón oficial, preparando otra en la Galería del fotógrafo Nadar, recibiendo gran cantidad de críticas por los cuadros expuestos, en concreto por el de Monet, Impresión. Sol naciente, que acabaría dando el nombre al grupo. El impresionismo rompió con las leyes de academicismo -perspectiva, anatomía y claroscuro-, para pintar paisajes al natural con tonos claros y luminosos. Los temas eran fundamentalmente paisajes marinos, fluviales o urbanos, interiores con luz artificial, bailes o personas marginadas. Esta nueva interpretación de la pintura trataba de separar la luz y el aire de la realidad de la naturaleza, siendo la luz, con sus efectos cambiantes, el elemento primordial del cuadro. Un ejemplo es Monet y su representaciones a distintas horas de paisajes como en la Catedral de Roven. Los impresionistas rechazaron el color negro y las sombras incoloras buscando la claridad, la transparencia y la luminosidad. Lo consiguieron mediante la yuxtaposición de colores directamente en el lienzo, y no en la paleta del pintor como se había hecho hasta entonces, de modo que visto a distancia parecen mezclarse en la retina del espectador formando colores y tonos muy distintos. Los principales integrantes del grupo fueron Manet, como el precursor, Monet, Renoir, Degas, Pisarro y Sisley.


Edouard Manet es considerado el precursor del impresionismo. Estudioso de la pintura de Velázquez y Goya en el Museo del Prado, fue el primero que rompe con su trayectoria realista al incorporar gradualmente la luz y el color en su obra, donde destacan El almuerzo campestre y El pífano. Por otro lado, el aspecto más característico de Claude Monet fue su capacidad para captar los fenómenos atmosféricos, el agua, la nieve, las lluvias, la nieba. Con frecuencia realizaba series a diferentes horas del día como la Estación de Saint-Lazare, la Catedral de Roven, las Vistas de regatas y las Ninfeas. Fue un gran paisajista que dominó a la perfección la luz y el color. De Auguste Renoir llama la atención cómo plasmó la complacencia en las muchachas atractivas, pintando escenas alegres y multitudinarias como en Los paraguas o Le moulin de la Galette, y figuras femeninas desnudas -Las bañistas- en las que combina la luz parpadeante y acariciadora del cuerpo. Edgar Degas pintó casi exclusivamente con luz artificial, al contrario que los anteriores. Se centró en escenas de la vida cotidiana manifiestas en la amarga realidad de la soledad humana -L'absinthe- en el animado y ruidoso Café-concert, y en las famosas bailarinas -Ensayos- donde analiza con riguroso refinamiento el movimiento corporal preparado y controlado. En cuanto a Camille Pisarro y Alfred Sisley expusieron casi exclusivamente paisajes, el primero centrándose en los efectos atmosféricos y el segundo, en cielos nubosos reflejados en agua estremecida y en caminos inflamados por la luz solar.


Hacia 1880 Georges Seurat, autor de Tarde de domingo en la Grande Jatte o La bañista, y Paul Signac -El puerto de Marsella- abandonaron el impresionismo para iniciar un nuevo movimiento, el neoimpresionismo. También denominado divisionismo o puntillismo, el neoimpresionismo estuvo caracterizado por el rigor científico con el que interpretaban la luz y los numerosos puntos de color puro de igual tamaño, dejando que se mezclen en el ojo del espectador, que precisan de un estudio elaborado, sistemático y lento. En la década de los años ochenta se originó, al mismo tiempo, otro movimiento de ruptura frente al impresionismo, el post-impresionismo, en el que cada artista siguió una tendencia propia y cada uno abrió caminos diferentes en el arte del siglo XX, aunque todos reivindicaron la recuperación del dibujo y la expresividad de los objetos y figuras humanas, pasando a un segundo plano la estética de la belleza. Toulouse Lautrec, por ejemplo, representó escenas de circo, de cabaret, el Moulin Rouge, el Moulin de la Galette y de la bohemia parisina, interpretadas con un grafismo nervioso, sensible y refinado y con violentos contrastes cromáticos. En los carteles usó colores planos dando origen a la técnica de la litografía en color. Cézanne, en cambio, reconstruyó la naturaleza de manera racional y perdurable, interpretándola inmersa en figuraciones geométricas como el cilindro, la pirámide, la esfera o el cubo, en sucesivos planos de color gradual subrayando la sublime forma, suprimiendo la perspectiva espacial y consiguiendo crear cuadros con una gran armonía interna.


Por otro lado, Van Gogh reflejó en su obra el deterioro del estado depresivo y angustiado en el que se hallaba inmerso, trabajando con un entusiasmo cercano al frenesí. Con una pincelada nerviosa, fragmentada, torcida, de proporciones alargadas y violentas, sus telas captaron la tristeza y la soledad extremas en los caminos encajonados y serpenteantes, en las calles ribeteadas de casas, en los campos de mieses aplastados por el sol, en los cielos azules opresores de iglesias, caminos y campos, en las habitaciones con objetos inestables o en los girasoles angustiados que dan la sensación de tomar vida. Gauguin se caracterizó por buscar temas exóticos, naturales, sencillos y primitivos en Tahití, empleando colores planos agrupados y contrastados, con armoniosas líneas contorneando las figuras, que en muchas ocasiones eran mujeres nativas. De este modo, mientras que la obra de Cézanne tuvo una gran influencia en el cubismo, Toulouse Lautrec y Van Gogh la tuvieron en el expresinismo, así como Gauguin en el fauvismo. En España, el principal pintor post-impresionista fue Joaquín Sorolla, que mantuvo en sus cuadros colores muy claros y luminosos, propios del mediterráneo valenciano, con mucho movimiento en sus figuras como por ejemplo en Paseo a orillas del mar o Niños en la playa, además de una mayor preocupación social que en la pintura francesa -Pescadores-.

En el primer tercio del siglo XX los artistas de vanguardia elaboraron las bases estétitas de los diferentes ismos; esto es el fauvimo, cubismo, futurismo, orfismo, suprematismo, expresionismo, neoplasticismo, dadaísmo y surrealismo, que son básicamente una sucesión de puntos de vista, parciales y contrapuestos, que se niegan y al mismo tiempo se continúan. La mayoría de ellas tienen en común, además, el uso de una serie de recursos comunes como; las formas geométricas, las deformaciones o la abstracción. De este modo, el primer movimiento artístico antiimpresionista, aunque admirador del post-impresionismo, fue el fauvismo, que marcó las directrices estéticas entre 1904 y 1907. Oficialmente tiene origen en la Exposición del Salón de Otoño parisino en 1905, donde nacieron los fauves (fieras) reivindicando la expresión del cuadro mediantela utilización de colores puros contrastados -naranja, verde, azul y rojo-, el plano único y la desaparición de la luz y con ella la profundidad. Matisse fue su figura más importante, redujo los objetos a un conjunto de signos plásticos con planos de color en los que la línea gruesa conforma las figuras serenas y ordenadas. De sus obras destacan Lujo, calma y voluptuosidad, La habitación roja o La blusa rumana. Rouault influenciado por la pintura realista y por la obra de Toulouse Lautrec, representó a personajes de tipo existencial, borrachos, prostitutas o burgueses que parecen maleantes, haciendo los contornos con líneas gruesas. Derain, en este línea, realizó vistas urbanas con un punto de vista alto, tratadas con libre e intenso color en zonas y superficies. También Vlaminck impregnó a sus paisajes de movimiento y remolinos tratados con un colorido violento y oscuro.


El cubismo fue un movimiento artístico que se inició en 1907 también desde Francia. Sus principales representates fueron Picasso, Braque y Gris, caracterizando el movimiento por la descomposición del espacio y los objetos en planos geométricos, la representación simultánea del volumen en dos dimensiones y la tendencia a la monocromía con predominio de colores grises, ocres y verdes. Los primeros cuadros cubistas fueron Les demoiselles d'Avignon (1907) de Pablo Picasso y Casas en l'Estaque (1908) de Braque. En el desarrollo del cubismo se suelen distinguir tres periodos. Una primera etapa denominada como fase cezanciana o cubismo primitivo (1908-1909) con una gran influencia del trabajo de Cézanne y de otro tipo de artes como el primitivo o el africano, y en donde se reflejaron paisajes que parecen naturalezas muertas en los que se elimina la profundidad. Una segunda fase conocida como cubismo analítico (1910-1912) en la cual se definieron las formas con inspiración en naturalezas muertas, paisajes y figuras. Se analizaron en multitud de diversos planos agrupándolas simultáneamente en una vista única, lo que no hace fácil el reconocimiento de los objetos. En el periodo sintético (1912-1914) la composición formal geométrica se simplificó con menos planos, lo que facilita la reconstrucción de la figura, junto a la utilización de la técnica del collage o fragmentos de papel recortado, pegando trozos de madera y arena adheridos a la superficie del cuadro.


Como hemos dicho, una de las máximas figuras del cubismo fue Pablo Ruíz Picasso, del que ya hablamos en otra entrada de manera más extensa, por lo que ahora vamos a resaltar el papel de otros miembros destacados de este movimiento. Así, como pintor cubista durante toda su vida artística, Georges Braque es preocupó por mostrar la relación existente entre la música y la pintura, entre el espacio y el sonido, con composiciones en las que representó violines, guitarras, mandolinas o clarinetes que, a veces, mediante planos cilíndricos permiten vislumbrar personas o cosas. También destacó Juan Gris, ya que realizó numerosas naturalezas muertas basándose en botellas, pipas, vasos, fruteros, periódicos o instrumentos musicales, tratadas con suavidad cromática, energía y planos violentos. Muy relacionadas con el cubismo, fueron las tendencias del mecanicismo y el orfismo. La pintura mecanicista, representada por Léger y relacionada con la era mecánica e industrial, se caracterizó por la participación de objetos geométricos como la polea, el tubo o la rueda, fragmentados y articulados, formando fantásticos paraísos industriales de color gris -ciclistas de excursión dominical, obreros haciendo casas o partidas campestres-. Por el contrario, el orfismo, con Robert Delaunay a la cabeza, dio primacía al color y a la simultaneidad de sensaciones coloristas luminosas en planos superpuestos, ángulos agudos y superficies curvas que, a veces, adquieren formas elípticas, de torres, de vistas urbanas o de iglesias.


El futurismo introdujo en la plástica las nociones de la civilización moderna -mecánicas, dinámicas y enérgicas-. El término futurismo apareció en 1909 en el primer Manifiesto del poeta Marinetti, donde expuso las ideas del grupo italiano basadas en el peligro, la audacia, la revolución, la belleza, la felicidad y la guerra. El segundo Manifiesto, en 1910, atacó a las técnicas clásicas de la pintura y optó por las sensaciones dinámicas, la glorificación de la violencia y la «simultaneidad», procedimiento por el cual se situaba la pintura junto al sonido, luz y movimiento, consiguiendo que el futurismo abarcase todas las artes -teatro, poesía, escultura o música-. Los pintores que sobresalen del movmiento futurista son Boccioni, con sus paisajes, retratos y figuras en acción, Severini, con su disposición rítmica de trazos en los temas de danza y sucesión de posturas, o Carrá, con temas de paisajes urbanso nocturnos. En 1916 el movimiento futurista se desintegró, aunque después de la Gran Guerra volvieron a reanudar sus actividades con importantes influencias sobre otros movimientos artísticos o incluso sobre ideologías políticas como el fascismo italiano.

A principios del siglo XX otro movimiento artístico hacía su aparición desde Alemania, el expresionismo. El principal tema del expresionismo fue la representación de los estados mentales motivados por las vivencias internas. La pincelada, dramática y expresiva, llegó a veces a la deformación y la caricatura. Los colores compactos y rigurosos, aparecían distribuidos en grandes superficies. De hecho, podemos remontar el origen del expresionismo al último tercio del siglo XIX, con las pinturas de Van Gogh, Toulouse Lautrec, Munch o Ensor. Por ejemplo, el pintor noruego Eduard Munch en su pintura El grito (1893) mostró la extrema soledad y la desesperación del ser humano, inseguro y temeroso frente a un mundo triste, tráico e incomprensivo. En esta línea, James Ensor, pintor belga, criticó la soledad poniendo a sus múltiples personajes con máscaras que reflejan la falsedad del comportamiento humano -Las máscaras y la muerte-. El alemán Emil Nolde, por ejemplo, acercó los objetos deformando conscientemente la forma, manteniéndose cercana a la dramática realidad, con frecuencia inmersa en temas religiosos. Uno de los grupos expresionistas se formó en Dresde en 1905 en torno al movimiento Die Brücke (El Puente), llamado así porque querían vincularse al expresinismo decimonónico. Comunicaron sus sentimientos a través del tema del cuadro, tratado con pincelada suelta, colores claros, expresivos y superficies planas y alargadas. El grupo, que se trasladó a Berlín hasta 1911, tuvo grandes artistas como Kirchner, que realizó figuras alargadas que llenan el espacio, con rostros de expresión más humana que en el primer expresionismo, con pincelada a pequeños trazos, su estilo es muy similar al cinematográfico -La calle-, o Schmidt-Rottluff, que se interesó más por las superficies de color en estilizados paisajes que por las figuras. El grupo se disolvió definitivamente en 1913.


Casi simultáneamente a la creación de Die Brücke, en Munich (1909) una asociación de artistas pasó a denominarse Der Blaue Reiter (El Jinete Azul). Un grupo que estuvo en contacto con el cubismo y el futurismo, aunque al mismo tiempo mantuvieron el vivo color de los fauvistas. Realizaron un continuo trabajo en grupo dando consistencia teórica al movimiento. El principal pintor y teórico fue Kandinsky, que en su obra De lo espiritual en el arte (1911) expresó que la armonía del color y la forma debían basarse más en el sentimiento y en lo espiritual que en lo material, identificándose el cuadro en una organización rítmica y musical, aunque con las improvisaciones y las composiciones llegó al arte abstracto, nunca fue partidario de suprimir el tema del cuadro. Marc fue, también, un expresionista lírico que destacó en sus escenas de animales tratados con libertad de colorido. Macke buscó la belleza aunque halló la fealdad en los animales y los seres humanos. Klee, en cambio, no se expresó a través de los colores sino que buscó la abstracción por medio de los planos, el dibujo y el color. Muchas de sus obras son un deseo de jugar, casi infantil, con metáforas poéticas. Finalmente, Jawlensky utilizó la técnica más expresionista, no dramática on una gran libertad de color que ocupa una gran superficie. Después de la Gran Guerra, un grupo surgió con fuerza inspirado en la oposición frente al expresinismo. El conocido como post-expresionismo o Nueva objetividad, tenía sus orígenes en las experiencias de la guerra y por lo tanto su temática era muy critica. Dentro del grupo podemos incluir artistas como Nolde, Otto Dix, George Grosz o Max Beckmann -aunque este último nunca se consideró dentro del mismo, sino que se considero más bien un pintor expresionista-.


Dentro de la abstracción geométrica destaca el movimiento suprematista, un tipo de arte abstracto, que se inició en Rusia en 1913 de la mano de Malevitch, Tatlin, Pevsner y Gabo. Captaron formas y colores por medio de planos geométricos pero no evocando sentimientos como en la pintura abstracta de Kandinsky. De hecho, a medida que el suprematismo evolucionaba, se llegó a prescindir del color porque influía en la emoción del espectador. Malevitch llegó a pintar Cuadrado blanco sobre fondo blanco para intentar demostrar que el arte está basado en la mente y en el alma humana. El movimiento construtivista, representado por Tatlin, Pevsner y Gabo tuvo un mayor desarrollo en la escultura. Por otro lado, Piet Modrian que fue a París en 1911, conoció el cubismo y de su estudio surgió gradual y coherentemente su estilo abstracto. Durante la Primera Guerra Mundial, regresó a Holanda donde fundó, junto con Van Doesburg, la revista De Stijl (El Estilo) a través de la cual expusieron sus ideas sobre la abstracción y la simplificación. A partir de 1918, Mondrian inició el llamado neoplasticismo -vigente hasta la Segunda Guerra Mundial- y que estaba determinado por la armonía y el equilibrio universal, que solo se logra descartando las imágenes y representando lo esencial de los objetos con líneas horizontales y verticales -línea recta y ángulo recto-, con los colores primarios -azul, amarillo y rojo- y con los no colores -blanco, gris y negro-. Sus cuadros, precisos y equilibrados, eran rectángulos de colores puros, compactos y planos, basados en los principios de las matemáticas y la música que producían estructuras claras, brillantes y armoniosas. En 1925, Mondrian se separó de De Stijl porque Van Doesburg introdujo la línea inclinada en sus obras, realizando rectángulos en ángulos de 45 grados que atraían al observador hacia el interior del cuadro, mientras que las horizontales y verticales -la propuesta del grupo hasta ese momento- disminuían el contacto entre espectador y cuadro.


Para el desarrollo de la pintura fantástica tuvo una gran importancia la figura de Henri Rousseau (1844-1910). A pesar de que no pintó hasta 1885, su obra causó una gran sensación en el Salón de los Independientes de París desde 1897. En sus obras representó un mundo fantástico que no se corresponde con la realidad, en la que la fantasía, la ingenuidad, el espacio y la atmósfera irreales designan imágenes mágicas y oníricas, precedentes de la pintura metafísica, del dadaísmo y del surrealismo. Sus temas más frecuentes estuvieron relacionados con la selva -El sueño, Encantadora de serpiertes-, paisajes plácidos -La calesa de papá Junier- o imágenes insólitas -La gitana dormida, La guerra-, interpretados de un modo ingenuista o naif. Otro artista importante fue Marc Chagall, que llegó a París procedente de Rusia en 1910. Allí, con la influencia de la pintura fauvista y el tratamiento del espacio cubista, desarrolló un estilo propio y muy original. El aspecto onírico de su pintura le convirtió en un precursor del surrealismo, aunque sus temas no procedían del inconsciente sino que eran realistas aunque dispuestos de un modo irreal, de tal modo que se reconoce inmediatamente lo que se representaba. Sus figuras suelen estar cabeza abajo, volando, los animales con rostro humano, las casas apoyadas en el tejado, con temas vinculados a la mística del judaísmo y del cristianismo. Entre sus obras más destacas están Yo y el pueblo (1911) o París a través de una ventana (1913). Tras unos años en París, regresó a la Unión Soviética tras la Revolución de Octubre. Poco duró su estancia pues en 1920 volvió a París, donde vivió hasta 1941 cuando emigró definitivamente a Estados Unidos.


Giorgio de Chirico fue el principal exponente de la pintura metafísica. Pintor italiano, de Chirico vivió algunos años en Munich donde recibió las influencias de la pintura alemana y la teoría filosófica de Schopenhauer y Nietzche. La mayoría de sus cuadros realizados entre 1910 y 1912, fueron pintados en Italia y fueron los de mayor significación metafísica con temas de torres, arcadas de medio punto y pórticos, en amplias perspectivas geométricas en calles y plazas semideserticas e inquietantes, donde no representó al hombre sino la forma genérica humana por medio de maniquíes inanimados con sombras -La angustia de la partida, Las musas inquietantes, Héctor y Andrómaca-, o por medio de bustos clásicos -El canto de amor-. Sus obras repletas de intensidad dramática ejercieron una gran influencia en el surrealismo. Otros pintores italianos también pasaron por una breve etapa metafísica entre los que sobresalen el futurista Carrá con unas composiciones equilibradas y con espacios en perspectiva, Morandi con sus cuadros de bodegones y paisajes de gran plasticidad, y el independiente Modigliani que realizó numerosos retratos y figuras femeninas desnudas con alargamiento sublime de rostros y cuellos.


El movimiento Dada (1915-1922) o dadaísmo, construido por escritores y artistas, surgió en Zurich como una protesta contra la Gran Guerra y el mundo «civilizado» que solucionaba sus problemas por medio de las armas. Fundado por el pintor Hans Arp y el poeta Tristan Tzara, pronto se extendió a otras ciudades como Berlín, París, Colonia o Nueva York. Los dadaístas se mostraron partidarios de la destrucción de las formas artísticas tradicionales, proponían el azar y la imaginación en la utilización de los objetos de uso cotidiano presentándolos como objetos artísticos. No había teoría, era un simple ejercicio de protesta, un acto de provocación contra lo establecido. De este modo, más que la obra en sí lo que les interesaba era la provocación frente al racionalismo burgués. Marcel Duchamp que como futurista había pintado el célebre Desnudo bajando una escalera (1912), en la etapa dadaísta presentó para la exposición de Nueva York de 1917 un urinario de loza como pieza escultórica titulándolo Fuente. De hecho, con la Mona Lisa con bigotes y con los ready-made pretendía poner fin a la belleza estética del arte con cierto sentimiento autodestructivo. Las obras de Arp fueron espontáneas y bellas, no resultan antiestéticas. Elaboraba collages de papeles rotos obteniendo resultados accidentales junto con relieves de madera pintados. Kurt Schwitters creó los Merz, cuadros realizados con diversos objetos encontrados y utensilios varios. Finalizada la guerra, el dadaísmo se dispersa en otras corrientes artísticas como el surrealismo con Max Ernst o Man Ray.


El término surrealismo fue inventado por Apollinaire en 1917, haciéndose habitual en torno a la revista Littérature donde realizaban experimentos vanguardistas Paul Elouard, Francis Picabia o Man Ray, entre otros. El surrealismo como movimiento artístico comenzó a destacar a mediados de la década de los veinte y continuó hasta la Segunda Guerra Mundial, momento en el cual muchos de los pintores surrealistas se individualizaron y dispersaron en numerosos países. Una de sus principales influencias fue la obra de Freud y la dimensión psíquica del subconsciente por medio de imágenes. Así, la pintura se presentaba como el medio idóneo para la plasmación de las visiones oníricas. De esta manera, mediante un dibujo marcado y preciso, se podían recortar las imágenes del subconsciente en los lienzos. En el mundo de la pintura, los antecedentes más próximos del surrealismo se hallan en la pintura fantástica de Rousseau y Chagall, en la pintura metafísica de Giorgio de Chirico y en el dadaísmo, y los más lejanos en el tiempo estarían en la obra de El Bosco y Goya, sobre todo en sus series de Caprichos y Disparates. Entre los pintores surrealistas más conocidos podemos destacar las figuras de Ernst, Tanguy, Magritte y, los españoles, Óscar Dominguez, Dalí y Miró.


Max Ernst es, probablemente, el pintor más representativo del movimiento surrealista. Con una imaginación fértil en obras pletóricas de fantasías y alucinaciones en las que describió universos petrificados -Bosque y sol, Napoleón en el desierto-, visiones, fascinantes collages con grabados antiguos y sorprendentes frottages. Tras la guerra emigró a Estados Unidos donde ya residían otros miembros del movimiento como Tanguy, Masson o Dalí, influyendo en la pintura norteamericana de mediados del siglo XX. Yves Tanguy pintó infinitos horizontes e inmensos cielos enmarcando un mundo con misteriosas y extrañas presencias de objetos de formas blandas que fluctúan en el silencioso espacio -El tiempo amueblado-. René Magritte reprodujo la desesperanza del ser humano, el inconsciente colectivo, expresado en un lenguaje imaginativo, minucioso, con transparencia y claridad fotográfica entre lo real y lo aparente -La llave de los campos, La condición humana-. Grandes conocidos del surrealismo fueron Salvador Dalí y Joan Miró, pero como ya hemos dedicado otras entradas para ellos, vamos a centrarnos mejor en la figura de Óscar Domínguez, que también fue un pintor surrealista, con una imaginación desbordante que le llevó a multitud de experimentos. Además, sentó las bases de la descripción lírica del universo mecánico -Máquina de coser electro sexual- e impulsó la utilización de la calcomanía sin objeto preconcebido.

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