Apuntes de historia: La cultura material del Paleolítico

En la anterior entrada tratamos la importancia que han tenido la antropología y las ciencias experimentales a la hora de conocer mejor el proceso de hominización. Pero sin duda, una de las principales fuentes para conocer el modo de vida de estos homínidos han sido los restos de su cultura material. De hecho, el primer contacto que la comunidad científica tuvo con las sociedades paleolíticas fue su cultura material, ya que en el siglo XIX cuando la arqueología y la historia comienzan a profesionalizarse todavía no se habían desarrollado muchas de las ciencias experimentales que han aportado datos, por ejemplo, desde un punto de vista biológico. Por lo tanto, los primeros estudiosos de la Prehistoria se preocuparon en estudiar y clasificar la cultura material de estas primeras sociedades, que hasta la fecha era lo único que podían conocer. Es más, la propia periodización de la Prehistoria se ha basado en la división en diferentes fases de esa industria material, en su mayoría lítica, aunque hoy en día el estudio de estos materiales van más allá de su mera descripción física sino que se buscan perspectivas sociales más amplias.


Generalmente se ha dividido el Paleolítico en tres grandes fases: Inferior, Medio y Superior, aunque la cronología es variable en función del ámbito geográfico del que estamos hablando. En la primera fase, el Paleolítico Inferior, nos encontramos con las primeras herramientas fabricadas por los homínidos. Las más antiguas encontradas hasta la fecha han aparecido en la región de Afar en Etiopía, con una antigüedad de unos 2,6 millones de años, asociadas probablemente a la aparición del homo habilis. No obstante, al igual que los grandes simios en la actualidad, se sabe que otras especies como los australopithecus pudieron utilizar palos, piedras o huesos para realizar ciertas actividades. Además, muchas investigaciones encuentran muchos problemas a la hora de asociar un determinado tipo de cultura material a una especie concreta de homínido, ya que durante este periodo la convivencia entre distintas clases debió ser bastante común. Hablamos de industria lítica, porque la mayoría de los restos que se han encontrado fueron fabricados en piedra, pero probablemente debieron de trabajar también la madera y que por sus características materiales no se han conservado. Se trata de instrumentos de fabricación sencilla, trabajados de manera tosca, donde la materia prima fue fundamentalmente cantos rodados y guijarros. De hecho, a esta primera etapa de industria lítica se le denomina cultura de los cantos tallados, cultura de guijarros o Olduvayense, por ser el yacimiento de Olduvai uno de los primeros lugares en encontrarse este tipo de herramientas. El resultado del trabajo era básicamente el chopper, cuando mediante la percusión directa se obtenía un filo cortante, o el chopper tool, cuando contaba con dos filos. Esta sencillez de fabricación hace que nos encontremos con cantos tallados no solo en África, sino también en Asia y Europa pese a ser contextos muy distintos a lo largo de todo el Paleolítico como herramientas auxiliares. Debido a la abundancia de estas herramientas en los yacimientos encontrados, podemos pensar que eran fabricadas en el momento de uso, para abandonarse posteriormente. En las últimas fases del Olduvayense nos podemos encontrar con la presencia de una nueva herramienta, el bifaz, que conecta directamente con otra de las industrias del Paleolítico Inferior, el Achelense.


El Achelense, que apareció en África hace aproximadamente un millón y medio de años, se caracterizó por la fabricación del bifaz como herramienta básica para el trabajo. Este se fabricaba sobre un núcleo de silex -material de fácil trabajo-, que tras en una primera fase de talla con percusión directa donde se elimina el córtex, la capa externa, se volvía a tallar con un percutor blando para eliminar las aristas e irregularidades de modo que las dos caras quedaban lisas. Además, se retocaban los bordes para acentuar los filos para que fueran más cortantes. En el Achelense nos encontramos, por otra parte, otros instrumentos como lascas retocadas o hendedores. Esta industria se suele asociar al homo erectus y a su expansión fuera de África. Por lo tanto, las fases y características del Achelense son muy variables tanto desde un punto de vista cronológico como geográfico. En Europa, por ejemplo, el Achelense es alargó hasta la entrada el Paleolítico Medio, hace unos 250.000 años. De hecho, tradicionalmente el Paleolítico Medio se ha asociado con el hombre de neandertal, entre el final de la glaciación Riss-Würm hasta el interglacial Würm II-III. Bajo la denominación de Musteriense, la industria lítica de este periodo se caracterizó por el método de talla Levallois, en donde es trabajaba la lasca obtenida tras desprenderse del núcleo de silex. Este método permitió que las herramientas resultantes tuvieran un menor tamaño. Además, durante este periodo aparecen una gran cantidad de nuevos instrumentos, entre las que encontramos; raederas, que presentan uno o varios bordes cortantes recortados y que se utilizaban para raer y raspar objetos blandos, también raspadores, denticulados, buriles, así como puntas.


El Paleolítico Superior se inició hace aproximadamente 35.000 años. Fue una cultura material ligada exclusivamente al homo sapiens pues fue la única especie de homínidos que no se extinguió a esas alturas. Con una evolución muy desigual, alcanzó altos niveles técnicos en zonas de Europa y Oriente Próximo. Por norma general, hubo una disminución importante en el tamaño de los útiles, gracias a la introducción de percutores para su fabricación. También un mayor aprovechamiento de otras materias primas como la madera o restos óseos. Además, la mayoría de los restos nos ofrecen importantes muestras culturales más allá de las herramientas de trabajo. Objetos relacionados con la vida espiritual, la religión, la magia, así como la aparición del arte y la capacidad de abstracción de los hombres.

Una primera fase fue el Paleolítico Superior Inicial, con muy distintos ámbitos geográficos y culturales. Destaca el Perigordiense Inferior, con una difusión reducida en la región cantábrica en torno al 36.000 antes de Cristo, y que presenta ciertos elementos del musteriense -técnica Levallois-, así como gran difusión de raederas y buriles. El Auriñaciense fue una cultura material propia del ámbito africano con una técnica laminar de forma masiva. Encontramos al mismo tiempo hojas auriñacienses, raspadores carenados, hojitas Dufour y azagayas. En Europa presenta múltiples variedades, así como diferentes tipos de habitación, enterramiento y manifestaciones artísticas. Por otro lado, el Perigordiense Superior (Europa Occidental), conocido como Gravetiense en Europa Central y Oriental, se caracteriza por la producción de hojas finas, de dorso o puntas de la Gravette -hojas de Font Robert y buriles de Noailles-. En esos momentos el arte estaba ya plenamente desarrollado, tanto el arte mueble con representaciones humanas y de animales en objetos de uso cotidiano, como en arte rupestre, por ejemplo las Venus (23.000-22.000 antes de Cristo).


El Paleolítico Superior Medio se desarrolló en el momento de máximo frío de la glaciación würmiense, con un importante descenso del nivel del mar. Se suele distinguir entre Solutrense y Gravetiense final. El Solutrense tuvo una dispersión exclusiva en Europa Occidental, sobre todo en las regiones de Aquitania, Levante y la costa cantábrica. Hubo una importante evolución de las puntas de Font Robert. El Gravetiense Final se desarrolló en Europa Oriental como continuación del Gravetiense y se caracterizó por la presencia de agujas de hueso de animal perforadas. Finalmente, el Paleolítico Superior Final, que coincidió con el retroceso de los hielos y una alternancia de periodos cálidos y fríos, se ha dividido en tres culturas debido a las diferencias cronológicas y geográficas de las industrias de la piedra, asta y hueso en Europa. El Magdaleniense, desarrollado en Europa Occidental, se caracterizó por la presencia de pequeñas lascas llamadas raclettes, así como por la utilización de objetos de asta como las puntas y azagayas. Se fabricaron propulsores y arpones con doble hilera de dientes. Además, hubo una diversificación de los objetos de arte mueble y decoración. El Hamburgiense se desarrolló en el norte de Europa, desde Inglaterra hasta Polonia, y podemos destacar su industria laminar con raspadores, buriles y perforadores de punta gruesa, así como muchas puntas líticas. Finalmente, el Epigravitiense, se produjo principalmente en la franja mediterránea de la península Ibérica con una importante industria lítica de hojitas de dorso.

Por otro lado, el homo sapiens se distinguió de otros homínidos por su capacidad de abstracción, lo que posibilitó la aparición del arte. Este desarrollo cognitivo es para muchos investigadores lo que convierte a nuestra especie a la categoría de humanos y lo que además de posibilitar la creación de arte, ayudó al nacimiento de un lenguaje evolucionado, la planificación de proyectos, la creación de mapas, de representaciones o de incluso creer en el más allá. El 95 por ciento del arte paleolítico fue arte parietal, esto es pinturas en el interior de cuevas y abrigos, sobre todo en la región franco-cantábrica. Además, llama la atención la fuerte unidad temática de todas ellas, con características figuras geométricas, animales -caballos o bisontes- o humanos fueron representados de manera incompleta y poco realista. De la misma manera, las técnicas pictóricas suelen ser las mismas, con manchas, garabatos, manos, vulvas o falos como recursos más utilizados. Del arte mueble podemos destacar la presencia de objetos de pequeño tamaño para ser transportados con facilidad, bien podían ser de carácter ritual o de uso cotidiano e incluso armas. Los materiales más usados fueron la piedra, asta y hueso.


A pesar de la gran unidad que parece presentar el arte paleolítico desde su origen hasta el final de la última glaciación es muy difícil establecer una explicación global de los más de 300 yacimientos conocidos. Hay algunas teorías que han intentado explicar la razón del arte paleolítico como el «arte por el arte». Esta teoría tuvo un gran peso sobre todo en el siglo XIX, cuando se descubrieron las primeras pinturas rupestres y se interpretaron como elementos decorativos. Pero, en el siglo XX, con la aparición de nuevos descubrimientos y el desarrollo de la ciencia, nuevas teorías cobraron importancia. La teoría totémica, por ejemplo, En el siglo XX tuvieron una gran importancia las teorías totémicas, esto es la vinculación del arte parietal a una determinada creencia. Grupos humanos vinculados a una especie animal o vegetal -magia simpatética-. O también las teorías del origen chamánico, entendiendo las pinturas como una forma de influir sobre los animales, por ejemplo para favorecer la caza -magia de la caza-. En la actualidad, estas teorías han sido criticadas, ya que cada nuevo descubrimiento cambia la perspectiva del proceso artístico en el Paleolítico.

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