Apuntes de historia: El proceso de hominización
El
impacto que ha tenido y tiene la actividad humana en el día a día
del planeta Tierra, hace que el proceso de hominización y la
propia evolución humana sea uno de los grandes temas de
investigación de la historia de la Humanidad. En este sentido, si
hablamos de revolución liberal, de revolución industrial o de
revolución neolítica, también podemos afirmar que el salto que
dieron nuestros antepasados de primates a homínidos fue una
revolución, aunque no siempre ha sido considerado como tal. De
hecho, el proceso de hominización, entendido como la evolución
biológica que ha sufrido la familia de los homínidos desde su
aparición, es un concepto relativamente reciente, ya que la
formulación de las primeras teorías evolucionistas tuvo lugar a lo
largo del siglo XIX. Es decir, la mayor parte de nuestra historia
como especie hemos estado condicionados por teorías
creacionistas, en las cuales la aparición del ser humano estuvo
supeditada a su creación por parte de una deidad. Esta concepción
fue compartida por la mayoría de las religiones, tanto monoteístas
como politeístas, con la presencia de pocas voces discordantes
-Anaximandro, Aristóteles, Galeno o Lucrecio-.
Pero,
como hemos dicho, con la llegada del siglo XIX y el desarrollo del
método científico nacieron las primeras teorías evolucionistas.
Uno de los primeros en plantearlo fue Lamarck -Filosofía
zoológica, 1809-, aunque desde una perspectiva errónea. Cincuenta
años más tarde, Charles Darwin publicó El origen de las
especies (1859) donde afirmaba que hombres y animales se
diferenciaban por sus distintas evoluciones biológicas y no por su
origen, que era el mismo. De este modo, Darwin defendió que la
especie humana provenía de una evolución progresiva desde la
familia de los primates, desde el mono. Su teoría, basada en el
método científico, se fundamentaba en los importantes hallazgos
arqueológicos que comenzaban a conocerse a mediados del siglo XIX.
Evidentemente, esta teoría era opuesta a las tesis idealistas y
creacionistas del origen del hombre y, a pesar de que no era
perfecta, pues exageró la importancia de los factores biológicos
sin tener en cuenta otros aspectos, sirvió de base para el
desarrollo de la antropología científica en el siglo XX.
En
la actualidad existe un debate continuo en torno a la metodología de
estudio, tanto en las excavaciones arqueológicas como en las teorías
antropológicas. Uno de los pilares fundamentales para la ampliación
en el conocimiento del proceso de hominización es la prehistoria.
Desde el siglo XIX, la investigación paleantropológica ha
estado amparada por el método científico y es la prehistoria la
encargada de dar forma, de estudiar, interpretar y elaborar teorías a
partir del material aportado por la arqueología. Para ello, hay toda
una serie de ciencias experimentales que ayudan a clarificar los
datos y que giran en torno a la antropología como ciencia dedicada
al estudio del ser humano, como un conjunto de características
físicas, biológicas, culturales y sociales.
En
el siglo XX, a pesar de que muchas teorías contradijeron la teoría
de Darwin, la mayoría de ellas aceptaron la existencia de una línea
evolutiva en el pasado del ser humano. Los últimos estudios parecen
estar de acuerdo en que probablemente fuera el australopithecus
uno de los primeros homínidos, que vivió hace unos cuatro millones
de años para extinguirse dos millones de años después. Pero ¿Qué
hacía a los australopithecus diferentes de otros primates
para considerarlos el primer miembro conocido de la familia de los
homínidos? Esto nos lleva a hablar de los porqués, es decir, de los
factores que condujeron al proceso de hominización. Tradicionalmente
muchos antropólogos consideraron que la hominización era un
fenómeno puramente cerebral, por lo tanto la mayoría de las
características que nos diferenciaban de los simios provenían de
nuestra mayor dimensión cerebral. En los últimos años, la
antropología física ha desmentido dicha tesis demostrando que si
bien los australopithecus tenían la misma capacidad cerebral
que un gorila -aproximadamente un tercio de la capacidad del hombre
moderno-, estos ya podían caminar erguidos y, por lo tanto, con la
posibilidad de usar las manos para la utilización de herramientas.
En otras palabras, la cultura fue el factor diferenciador de los
primeros homínidos, el hombre se fue adaptando al medio
culturalmente y no tanto biológicamente.
En
torno a unos 40 o 30 millones de años surgieron los primeros
antropoides, que poco a poco se dieron en una serie de familias
de las cuales solo tres sobreviven en la actualidad. Dos familias de
simios y una familia de homínidos, entre los que estamos los seres
humanos. Básicamente, la diferenciación de estas tres familias se
produjo por dos vías distintas de adaptación al medio, unos por su
vida arbórea o arbórea-terrestre y otros por su vida terrestre. Se
cree que la separación de estas familias tuvo lugar hace unos 7 o 6
millones de años -por ejemplo, el hombre y el chimpancé tienen en
común el 99 por cierto de su genoma-, con un antepasado común que
todavía se desconoce, pero que con toda probabilidad vivió en las
zonas fronterizas entre la sabana arbolada y la selva tropical. El
bipedismo, de hecho, fue la adaptación a un nuevo medio
natural. Un nuevo medio más seco y menos arbóreo, propio de la
sabana, en la que algunos antropoides se encontraron con nuevos
enemigos y presas. Es más, sin bipedismo, algunas de las claves del
éxito de adaptación de los primeros homínidos no habría sido
posibles, la ampliación de la pelvis ósea, la posición alta de la
cabeza, la visión binocular, así como el uso de las manos libres
para el manejo de palos, huesos y piedras. Richard Leakey (2010)
relaciona el bipedismo y el crecimiento del cerebro, ya que al mismo
tiempo que los homínidos se adaptaban a la vida terrestre se
produjeron una serie de importantes cambios en su forma de vida. Se
pasó de una alimentación vegetal a una animal, se alargó la
crianza y se estimuló la vida gregaria desencadendo lo que conocemos
como organización social. Por otro lado, la liberación de las manos
gracias a la postura ergida, otorgó a los homínidos una destreza
manual sin precedentes, primero para recolectar y aprovechar los
recursos proporcionados por el medio -ramas, piedras o huesos- para
más tarde poder incluso fabricarlos.
De
este modo, de las distintas especies de homínidos que evolucionaron
hacia una vida terreste sólo los australopithecus lograron
sobrevivir durante un periodo más prolongado de tiempo. Entre los
factores que se han barajado como causantes de esta gran extinción
se encuentran; los cambios climáticos, las hambrunas, la baja
natalidad, la presión de los animales carnívoros y la propia lucha
entre grupos de homínidos. Pero porqué unos sobrevivieron y otros
no, es problable que se debiera a una mezcla entre una mejor
adaptación al medio, tanto biológica como culturalmente, así como
una importante dosis de azar. De todas maneras, resulta dificil
establecer teorías con la poca información fija que existe, ya que
las investigaciones progresan rápidamente y con cada descubrimiento
se reformulan las hipótesis. Y de hecho, aunque parece que los
australopithecus fueron un antepasado del hombre en el proceso
de hominización, no hay unanimidad en considerarlos como miembros
del género homo. En este sentido, no es una cuestión de
entender a los australopithecus como un eslabón en la
evolución hacia el primer hombre, sino como una muestra de la lenta
hominización que se produjo en algunas especies de homínidos en
la África de hace cinco millones de años. Los principales restos de
australopithecus han sido hallados en la parte oriental y sur
del continente africano -principalmente en Olduvai (Tanzania) y Hadar
(Etiopía)-, siendo los restos de los más antiguos ancestros
conocidos del ser humano. De menor talla que el ser humano actual,
entre el metro y el metro y medio, su peso podía rondar desde los 30
a los 60 kilos. Su cerebro era similar al de un chimpancé -entre
unos 380 y 550 cm-, les diferenciaba la habilidad de erguirse y
caminar. Como hemos dicho antes, existe un gran debate en torno a la
consideración de los australopithecus, principalmente debido
a las distintas clases que existieron y que se han descubierto, a
saber: kadabba, ramidus, anamensis, bahrelghazali, afarensis -como la
famosa Lucy-, africanus, boisei y robustus.
El
género homo hizo su aparición hace
aproximadamente dos millones y medio de años. Muchas hipótesis
apuntan a que fueran descendientes de algunas especies de
australopithecus, conviviendo incluso con algunas de ellas
durante unos miles de años. Estos eslabones posteriores al
australopithecus se caracterizaron por presentar dos
grandes avances, la posición erecta y la fabricación de
instrumentos. La primera de las especies que hizo aparición fue homo
habilis hace unos dos millones de años. Se le suele
considerar el primer hombre pues marcó una cultura propia que
levanta la frontera de lo humano; con una gran adaptación al medio,
supervivencia en grupos, aparición de hábitos sociales, creación
de objetos materiales, en especial de la industria lítica.
Seguramente nunca salió de África pues hasta ahora no han aparecido
restos fuera de ese continente. Tenía una altura en torno al metro y
medio, de peso ligero -unos cuarenta kilos- y un cerebro más grande
que los australopithecus -entre 650 y 800 cm-. En los últimos
30 años, nuevos descubrimientos arqueológicos han sacado a la luz
restos de especies relacionadas con homo habilis y seguramente
intermedios hasta la aparición del homo erectus, como el homo
rudolfensis u homo ergaster.
Hace
unos 1,8 millones de años apareció un descendiente de homo
habilis, homo erectus.
Fue el primer homínido en salir de África, ya que han aparecido
restos suyos en yacimientos arqueológicos de Europa y Asia, por lo
que dentro de la misma especie se han encontrado una gran variedad de
individuos. En la isla de Java, por ejemplo, algunos restos se han
llegado a situar en torno a los 50.000 o 30.000 años de antigüedad,
coincidiendo en el tiempo con el hombre moderno, aunque sin cruzarse
geográficamente con el. En la Península Ibérica, apareció un
posible eslabón entre el hombre de neanderthal y el homo erectus
conocido como homo antecessor con importantes restos en el
yacimiento de Atapuerca datados entre 800 y 400 mil años. Es más,
la aparición del hombre de neardertal se produjo
exclusivamente en Europa y Asia, a partir de las poblaciones europeas
de homo erectus. Vivió aproximadamente hace unos 150.000 años
y se extinguiron hace 30.000. Además, se piensa que habitaron solo
en Eurasia occidental, pues no han aparecido restos suyos en
yacimientos más allá de esta región. El homo neanderthalensis
tenía un esqueleto pesado y eran musculosos. Se distinguían del
homo sapiens por su prominente nariz, sus grandes dientes, su
potente mandíbula, su arco ciliar prominente y la ausencia de
mentón. Puede resultar curioso que su voluminoso cerebro era algo
mayor que el del hombre moderno. A través de sus restos en los
yacimientos arqueológicos se sabe que su principal medio de vida era
la caza, la cual practicaban en grupos pequeños, unos diez o veinte
individuos. Asimismo, su cultura lítica fue bastante compleja
-Musteriense-, generalmente vivieron en cuevas y fueron los primeros
homínidos en enterrar a sus muertos. Se ha demostrado que
ocasionalmente podían practicar la antropofagia -yacimiento de
Moula-Guercy-, aunque se desconoce si tuvieron un lenguaje articulado
similar al del hombre moderno.
Como
hemos dicho, hace unos 30.000 años el hombre de neandertal se
extinguió, por lo que algunos autores defienden que llegaron a
convivir con el hombre de Cromagnon, homo
sapiens u hombre moderno durante varios miles de años.
Esta cuestión ha generado mucho debate, pues hay autores que
defienden que la extinción del hombre de neandertal se produjo sin
dejar ningún tipo de rastro genético en el hombre moderno (Hublin,
1996). Otros, en cambio, mantienen la posibilidad de que no solo
existió una mezcla con los neandertales desde un punto de vista
biológico, sino que culturalmente hubo grandes influencias en los
homo sapiens que llegaron al continente euroasiático. Lo cierto es
que la desaparición del hombre de neandertal en Europa, en caso de
que tenga o no relación con la llegada del hombre moderno, no habría
que entenderla como una persecución sino como una decadencia
progresiva provocada por los cambios climáticos y la sustitución de
las especies animales. Poco a poco, los grupos de neandertales, que
nunca llegaron a ser muchos, se fueron apartando a lugares más recónditos para acabar extinguiéndose.
El
último de los homínidos en hacer aparición fue el homo
sapiens sapiens, también llamado el hombre moderno, hace
unos 150 mil años. De hecho, según el DNA mitocondrial, todos los
seres humanos que habitamos hoy el planeta tenemos una misma
antecesora común, que debió vivir en África oriental alrededor de
200.000 a 90.000 años atrás. Eso no quiere decir que fuera la única
mujer de su tiempo, ni siquiera la más fértil, sino que estamos
hablando de una metáfora para explicar como sus genes mitocondriales
fueron los que más éxito tuvieron y los sobrevivieron. La capacidad
de movimiento de homo sapiens sapiens fue superior a la de
ningún otro homínido, pues poco después de hacer su aparición en
la región oriental de África, aparecen ya restos de su presencia en
Oriente Medio y, de hecho, según la información que nos aporta el
genoma mitocondrial, parece ser que hubo solo una única ruta
migratoria hacia fuera de África formada quizá por solo unos
centenares de seres humanos. Este paso probablemente se dió hace
unos 90.000 años. Con los últimos coletazos de la glaciación
Würm parece que el homo sapiens entró en el territorio
europeo hace unos 45.000 años. Más o menos sobre esas fechas parece
que llegaron a las regiones más orientales del continente asiático
y a Oceanía. Unos miles de años más tarde, hace unos 20.000 años,
grupos de homo sapiens alcanzaron América por un estrecho de
Bering transitable gracias al descenso del nivel del mar.
De
este modo, el homo sapiens se convirtió en el primer homínido
en estar presente en todos los continentes. Su éxito se debió no
solo a los cambios físicos y biológicos que los diferenciaban de
otros homínidos, sino también a los importantes avances técnicos
en la fabricación de utensilios de piedra y culturales, con el
comienzo del pensamiento abstracto -pinturas rupestres- y el lenguaje
articulado como medio de difusión de ideas. Se organizaron en
poblados, muestra de su avanzada organización social. Inicialmente
fue la caza y la recolección sus principal medio de vida. De hecho,
conforme fue aumentando la población la caza extensiva se fue
incrementando hasta acelerar el proceso de extinción de numerosas
especies animales. El próximo salto del sapiens será no solo
la capacidad de interactuar con su medio, es decir, cazar animales y
recolectar frutos, sino además poder modificarlo con la
domesticación de algunas razas de animales así como con la
plantación de vegetales para el consumo. La revolución neolítica,
muchos miles de años después de la aparición de los primeros homo
sapiens, será uno de los mayores saltos cualitativos en la historia
del ser humana.
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